Camino de Santiago de Somport a Jaca
Texto extraído de la Guía del Camino de Santiago en Aragón. Guía del peregrino (pdf)
En el Puerto del Somport, encontraremos la capilla de la Virgen del Pilar que acompañada por la figura de un peregrino nos marcarán el inicio del Camino. Justamente en el margen izquierdo de la N330 encontraremos la señal que marca el paso del Camino Francés.
Siguiendo este trazado, llegaremos hasta las ruinas del Hospital de Santa Cristina, justo antes de la llegada a Candanchú.
En la Edad Media, este era uno de los grandes centros de acogida de caminantes que terminó de levantarse en 1078 y vivió su mayor esplendor en los siglos XII y XIII, cuando llegó a tener varias delegaciones. En el Códice Calixtino, la guía del peregrino medieval, el clérigo Aymerich Picaud lo califica junto a los de Jerusalén y Roma como uno de los tres hospitales del mundo de mayor importancia.
Inicio del Camino
Hospital de Santa Cristina
Hospital de Santa Cristina
El itinerario histórico recuperado en 2009 conduce por la margen derecha del río Aragón hasta justo antes de Canfranc Estación, salvo alguna pequeña incursión por la izquierda. La erosión se ha encargado de modelar un apacible paisaje en el que, a esta altura del camino, se cuelan las edificaciones de la estación de esquí de Candanchú, la más antigua de España.
El peregrino deja el castillo de Candanchú a la derecha subido a un peñón aislado de 1.565 metros de altitud donde se levantó en el siglo XIII. Cumplió su misión defensiva y de cobro de impuestos aduaneros hasta bien entrado el siglo XVI. Hoy queda el rastro de la planta y el alzado de su muralla occidental.
Candanchú
Cruce junto a Rioseta
Enseguida aparece el puente de Castellar, más conocido como el del Ruso, muy próximo a la carretera. A partir de aquí, las rocas calizas y areniscas complican la vida a los peregrinos que recorren el camino en BTT, que tienen la opción de continuar por el asfalto. Los demás deben seguir las señalizaciones que sugieren atravesar la carretera, el barranco de Rioseta y sumergirse en una senda algo abrupta que atraviesa un precioso bosque y pasa junto a algún que otro búnker.
Camino de Canfranc
Camino de Canfranc
El Coll de Ladrones se levantó a finales del siglo XIX sobre otro más antiguo para defender este valle fronterizo. Mimetizados con el entorno se alzan dos edificios revestidos de piedra del país. Había horno de pan, cuadra, cisterna y una escalera interior de trescientos sesenta y cinco escalones que conducía hacia una galería secreta de huida. Excavadas en la roca, las defensas artilleras ocupan cuatro bocas orientadas al norte a las que hay que sumar el polvorín. Abandonado en 1961, ha recuperado su esplendor.
La ruta continúa por el antiguo poblado de Arañones, hoy Canfranc Estación. Desde el puente de Roldán hay señalizadas dos posibilidades. La de la izquierda que discurre por el Paseo de los Melancólicos que es tranquilo y bellísimo, sobre todo, en otoño y se ajusta más al trazado original. Y la de la derecha que atraviesa el centro del pueblo y es perfecta para los que necesitan comprar algo.
La iglesia de Canfranc Estación se levantó en 1969 y lleva la firma del arquitecto, urbanista y pintor, Miguel Fisac. El camino original reposa bajo la gran estación internacional que se levantó para unir España y Francia por ferrocarril a través del Pirineo Central.
Canfranc Estación
Los caminos vuelven a confluir justo a la salida de Canfranc Estación en el puente de Secrás. Enseguida entra en escena el moderno túnel carretero de Somport de ocho kilómetros que se estrenó en enero de 2003 para unir los valles de Canfranc y Aspe. La ruta jacobea pasa justo por delante de la boca del túnel así que los peregrinos tienen que ir con mucha precaución aquí y en los próximos quinientos metros. En este tramo, se vuelve a atravesar otro túnel camino de Jaca.
A la salida el trazado desciende hasta el fondo del río Aragón con, de nuevo, dos posibilidades. La de la derecha es menos recomendable a pesar de que sigue por el camino casi original y se asoma a la Torreta de Fusileros que se levantó en el siglo XIX para prevenir posibles ataques.
La otra opción va por la orilla izquierda del río hasta el puente de Arriba de Canfranc Pueblo. El trazado histórico jacobeo desapareció bajo la nacional 330 pero los peregrinos tienen ocasión de conocer el tradicional camino de las Porciocas o Porcieucas que se extiende entre bellos prados de hierba y pequeñas fincas que cultivaban los vecinos. El que elige este trazado se sumerge en el ambiente que se vivía en la ruta original.
Torreta de Fusileros
Puente de abajo, Canfranc
A Canfranc pueblo se entra por el puente de Arriba, de origen medieval aunque remodelado en el siglo XX. Canfranc nació en torno al viejo Camino de Francia y en él se conservan algunos tramos históricos, recuerdos y bienes como la parroquial de la Asunción del siglo XVI que custodia cuatro bellos retablos barrocos en sus capillas laterales. Aupados sobre una roca quedan los restos del antiguo castillo ampliado por Tiburcio Spannocchi en 1592. Es el mismo ingeniero que levantó la torre de La Espelunca sobre el propio Camino de Santiago que discurría bajo el pasadizo abovedado de la construcción defensiva. También merecen una visita la torre de Aznar Palacín o el conjunto monumental de La Trinidad fundado por el comerciante Don Blasco de Les en el siglo XVI para atender a pobres y peregrinos.
El primitivo Canfranc cumplía las funciones de vigilancia, control fronterizo y aduanero. Era Campo de Francos, un lugar donde los pobladores no pagaban impuestos y se les perdonaban las deudas que tuvieran con la Justicia. A cambio, se ocupaban de la limpieza y mantenimiento de la ruta jacobea, ofrecían seguridad, alojamiento, comida y atención a los viajeros. El comercio se extendía a lo largo de la calle Albareda donde algunas casas conservan amplios ventanales que se utilizaban como escaparates.
De Canfranc se sale cruzando el puente de Abajo, del Cementerio o de la Trinidad. Medieval, reconstruido en 1599, su silueta es una de las más preciadas del Camino de Santiago.
Villanúa
Villanúa
Hasta Villanúa, los peregrinos tienen el honor de pisar uno de los tramos originales mejor conservados del Camino de Santiago. Esta población también surgió en torno a la ruta jacobea. Pedro I la donó al monasterio de Santa Cruz de la Serós y luego a diversos señoríos.
Sobre la gran roca del Castillón queda el recuerdo de una pequeña fortaleza medieval desde la que se defendía y protegía el trazado. Un poco más abajo rodeado de arbustos surge el dolmen y, siguiendo una pista pedregosa, aparece la famosa cueva de las Güixas. Ambos están resguardados bajo el flamante macizo de Collarada con sus 2.886 metros.
Un puente da la bienvenida a Villanúa.Viviendas señoriales que exhiben sus escudos heráldicos, el antiguo ayuntamiento, la fuente de los cuatro caños o la iglesia parroquial son algunas de las visitas.
El camino limpio y restaurado pasa junto a la presa. Dicen que a esta altura había un puente de madera que quemaron las tropas francesas al final de la guerra de la Independencia. Antes de llegar al Centro de Interpretación de las Grutas, permanece el testimonio en piedra de lo que fue un hospital de peregrinos que acabó muriendo por la falta de uso.
Al salir de Villanúa, en un área de descanso, sobresale un crucero que levantó la asociación Atades y enfrente se divisa el Señorío de Aruej, citado por primera vez en 1031. Su misión era defender la vía romana de los enemigos procedentes del norte.
Desde Villanúa a Castiello, los Amigos del Camino de Santiago de Jaca recomiendan el andador que discurre junto a la carretera hasta el centro de recreo de Escolapios. En este punto se cruza la nacional y se afronta una pequeña subida que desemboca en Villa Juanita. El camino se asoma a una casa rural empedrada y continúa por una de las cabañeras hasta llegar a Castiello, dónde entramos por la calle Santiago.
El camino atraviesa este lugar con nombre de castillo en el que sobresale la torre de la iglesia románica de San Miguel. Aquí se guarda uno de los mayores tesoros de la ruta jacobea, en la que Castiello tiene fama de ser el pueblo de las cien reliquias.
Castiello
Castiello
Cuenta la leyenda que un peregrino cargado con un gran saco se disponía a seguir su ruta tras pasar la noche en este lugar cuando cayó muerto. Los vecinos acudieron a auxiliarlo y vieron con asombro cómo volvía a la vida. Hasta cuatro veces se repitió la historia, si se iba del pueblo moría y resucitaba cuando lo llevaban de vuelta. Fue entonces cuando contó que un anciano le había encargado transportar un saco a lo largo del Camino de Santiago, aunque éste fuese aumentando de peso. Tras lo ocurrido asumió que la carga debía quedarse en Castiello. Al abrir el paquete aparecieron unas reliquias entre las que se nombran una astilla de la cruz en la que clavaron a Jesucristo y una espina de la corona que le colocaron. Se guardan en el altar mayor de la iglesia de San Miguel dentro de una arqueta de plata. La llave la custodia el alcalde y sólo se abre el primer domingo de julio para que todo el que lo desee pueda contemplarlas. Junto a la parroquial, asoman los restos de la antigua fortaleza medieval antes de seguir por la calle de Santiago. Al lado de los antiguos lavaderos restaurados está la fuente de Casadioses, decorada con una concha. La mayoría de los peregrinos hacen un alto en este punto para refrescarse antes de seguir hasta la N-330.
A la salida de Castiello, inmediatamente después de cruzar el puente sobre el río Aragón, la ruta sigue por la derecha y una pasarela diseñada en 2009 salva el cauce del río Ijuez, famoso por poner en aprietos antaño a muchos peregrinos. Siguiendo ese trazado se llega a Torrijos y de ahí Jaca y el descanso tras una dura jornada están a un paso.
La entrada a Jaca está rodeada de paz. El camino se aleja un momento de la carretera y recibe al viajero la ermita de San Cristóbal, en medio de la vegetación. Un sencillo edificio de factura popular levantado en 1796 en mampostería con cantoneras de piedra y rematado por una curiosa espadaña de ladrillo. Enfrente, una fuente de agua fresca y un banco acogen al peregrino mientras el santo, patrón de los caminantes, lo protege. Junto a ella, un puente medieval, también de San Cristóbal, construido para salvar el barranco de Rapitán y para comunicar la ruta jacobea que viene de Somport con la capital de la Jacetania. Una cuesta seguida por unas escalerillas lleva al caminante hasta el Banco de la Salud, situado al comienzo del precioso paseo de la Cantera.
Un bello rincón que, durante siglos, estuvo amparado por un enorme olmo que murió víctima de la grafiosis y tal vez de tanto repartir vitalidad. Dicen que los peregrinos se colocaban bajo su sombra y el Árbol de la Salud les devolvía las fuerzas consumidas a lo largo de la ruta jacobea.
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